Recuerdo mi primera rotación de estudiante en el servicio de Medicina Interna. Ancianos entre 80-90-100 años en su tercer ingreso del mes sostenidos de forma casi artificial con el último antibiótico posible para ese último microorganismo ultra resistente. No entendía por qué presumíamos de ser uno de los países con mayor esperanza de vida cuando claramente eso significaba vivir 10, 15, 20 años de tu vida en unas condiciones a mi parecer francamente poco deseables. Como estudiantes esas situaciones invitaban a la reflexión, y los debates sobre la posibilidad de escoger libremente la muerte en esos casos se daban con frecuencia, fruto por ejemplo de las noticias en los medios sobre la ley de la eutanasia.
A mi entender, sin embargo, esa no era la reflexión más interesante. ¿Por qué nadie ponía el foco antes, mucho antes? ¿Y si en lugar de escoger morir escogiéramos sumarle VIDA a los años que nos toquen? ¿Cambiarían entonces nuestras decisiones?
En aquel momento, fruto de mi desconocimiento al respecto, renegaba de la ciencia de la longevidad por parecerme un ámbito casi frívolo y demasiado ligado al mundo de la estética. Todo cambió cuando empecé a investigar a referentes del tema y me di cuenta de que quería formar parte de esa forma de hacer y entender la Medicina. La medicina preventiva de verdad, esa que abarca todos los ámbitos de la persona más allá de estadística, lavado de manos y vacunas.
Me encanta el concepto de Medicina 3.0 del Dr. Peter Attia. Él explica cómo la Medicina ha transitado por diferentes etapas o fases históricas. La medicina 1.0, con referentes de la talla de Hipócrates pero muy basada en conjeturas (muchas de ellas poco acertadas), que podían acabar con el paciente tratado a base de sangrías o cubierto en sanguijuelas.
Tras cientos de años surgiría la medicina 2.0 de mediados del siglo XIX, con el desarrollo de la teoría de los gérmenes y el surgir de los antibióticos, pero sobre todo con la aparición del método científico capitaneado por el ensayo clínico aleatorizado. Esto supuso un cambio radical que de forma innegable nos ha traído mucho, muchísimo, pasando de observar y adivinar a observar, formular una hipótesis y probarla.
Numerosos éxitos pero sin embargo poco avance frente a las enfermedades crónicas, esas que asolan a nuestros mayores (y cada vez menos mayores). Morimos más tarde, pero pasamos demasiado tiempo enfermos.
Hoy ya es innegable que nos encontramos en una nueva transición.
Es importante tener en cuenta que siempre en todo cambio de “era” surge una fuerte oposición al cambio, y la cultura médica precisamente se caracteriza por cierta resistencia al cambio y la innovación. Esto nos permite recordar casos como el de Semmelweis, obstetra del siglo XIX que descubrió que desinfectarse las manos antes de tratar a sus parturientas disminuía masivamente los casos de muertes de mujeres y recién nacidos a causa de fiebre puerperal. Sus ideas fueron denostadas, calificado de charlatán y ridiculizado ante toda la comunidad científica, pero hoy no encontrarás un sólo quirófano donde los cirujanos no lleven a cabo un exhaustivo lavado de manos. Los cambios no siempre son fáciles y al principio es habitual encontrar resistencia a los mismos.
La Medicina de la longevidad o 3.0 supone un cambio de enfoque que va mucho más allá del consumo de suplementos de moda, por atractivo que esto pueda resultar para muchos. Representa un enfoque revolucionario y holístico para la atención médica, tratando de integrar la ciencia avanzada con un enfoque personalizado y proactivo, buscando no solo curar enfermedades, sino optimizar la salud y la longevidad de cada individuo. Este enfoque integral tiene el potencial de transformar la manera en que entendemos y manejamos la salud a lo largo de nuestras vidas.
Algunas características que la definen son:
- Prevención Proactiva: en lugar de reaccionar ante las enfermedades una vez que se manifiestan, la Medicina 3.0 se centra en identificar y mitigar riesgos antes de que se conviertan en problemas serios.
- Medicina Personalizada: uso de datos individuales (como genómica, biomarcadores, y datos de dispositivos portátiles) para crear planes de salud personalizados. Cada individuo recibe recomendaciones basadas en su perfil único.
- Optimización de la Salud: más allá de simplemente evitar enfermedades, se busca mejorar la calidad de vida y la funcionalidad física y mental a lo largo del tiempo. Esto incluye estrategias para mejorar la energía, la resistencia, la fuerza y la salud mental.
- Enfoque Integral: consideración de todos los aspectos de la salud, incluyendo la alimentación, el ejercicio, el sueño, la salud mental, y los factores genéticos/epigenéticos. Se promueve un enfoque holístico en lugar de tratar los sistemas del cuerpo de manera aislada.
- Uso de Tecnologías Emergentes: integración de tecnologías avanzadas y emergentes como la inteligencia artificial, la biotecnología, y los dispositivos portátiles para monitorear y mejorar la salud continua.
- Educación y Empoderamiento del Paciente: los pacientes están más informados y empoderados para tomar decisiones sobre su salud. La relación médico-paciente es clave.
La medicina 3.0 supone necesariamente y ante todo, trabajo personal. Trabajo. Comenzar a responsabilizarnos de la propia salud. Pero también un acompañamiento por parte de profesionales que ponen el foco en acompañarte a transitar “de lo normal a lo óptimo”. Porque tristemente lo normal no es la salud. Si quieres evitar una diabetes, no esperes a que midan tu glicada, monitoriza previamente y sobre todo cambia tus hábitos HOY. Si quieres levantar a tu nieto en tu vejez, el tiempo que dediques al entrenamiento de fuerza debe ser superior al que pasas en NETFLIX.
Lo normal es el sedentarismo.
Lo normal es la lumbalgia.
Lo normal es el cáncer. La autoinmunidad.
Lo normal es la falta de energía.
Lo normal es el síndrome metabólico.
Lo normal es la ansiedad, el insomnio, la depresión.
Lo normal es la polifarmacia.
Y cómo no va a serlo. Si nadie nos ha enseñado otra cosa. Si tu médico nunca te ha hablado de alimentación, ritmos circadianos o naturaleza. Si nunca te han enseñado absolutamente nada de gestión emocional.
Estés donde estés hoy en día, sea cual sea el punto en que te encuentres siempre se puede avanzar. Siempre se puede aprender. Y esto es lo que caracteriza a los pacientes que inician esta clase de procesos, curiosidad, inquietud, ganas de aprender y reconocer que a lo mejor tengo que desmontar algunos esquemas y volver a construir de nuevo. Tenga la edad que tenga.
Esto no va de terapia hormonales, precursores de NAD+, complejos mitocondriales, células madre o pruebas complejas. Que también y empezamos a ser testigos de cambios revolucionarios y apasionantes.
Por encima de todo esto va de ti, de disfrutar la vida, de cuidar el cuerpo que es un regalo.
Va de decir SÍ a una nueva forma de pensar.
Bienvenido a una nueva forma de concebir la salud de las personas.